No es fácil fingir siempre una sonrisa,
aparentar una alegría que no se siente
y demostrar que se está pleno
… y seguro de uno mismo.
No es fácil fingir que todo está bien,
cuando tu propio llanto
ahoga a tu corazón
y sientes que la vida te pesa tanto
que casi no puedes andar.
No es fácil
mirarte en el espejo
y descubrir que tu alma está
tan vacía de todo…
¡tan llena de nada!
Querer ver el Sol,
cuando tu interior está nublado,
intentar llenar huecos
con cosas tan cotidianas,
acallar cada lágrima
que amenaza con salir.
Esperar el momento
de llegar hasta el fondo
para tomar impulso
y así volver a subir.
Crear mecanismos de defensa
para no sucumbir.
Pero, contradictoriamente a todo esto
me siento contenta porque descubrí
que aún fingiendo lo que no siento,
he logrado en algún momento ser feliz.